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«The Brutalist» es una de las películas del año. Protagonizada por Adrian Brody, que encarna a un arquitecto judío procedente de Hungría que emigra a Estados Unidos y cuya obra es muy particular, ha causado sensación de crítica y, sobre todo, de los académicos de Hollywood, que la han nominado a 10 Oscar, incluyendo Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor protagonista.
Quienes se hayan acercado a los cines a verla, entre los que se encuentra un servidor, han podido comprobar que este largometraje de más de 3 horas supone una nueva aproximación a un tipo de arquitectura que fue clave en el siglo XX, el brutalismo, y que no es otra cosa que «un estilo arquitectónico de posguerra definido por el uso de formas simples en forma de bloques, generalmente hechas de hormigón o ladrillo», explican en este artículo.
Además, en la revista AD hablan de que son «construcciones austeras, sin adornos ni decoración, con formas geométricas, dimensiones colosales y el cemento como elemento estrella, se dice que debe su nombre a la expresión betón brut, que significa hormigón crudo y que se le atribuye al propio Le Corbusier para describir la elección de los materiales».
En España, por supuesto, hay obras muy conocidas de este estilo arquitectónico como son el Walden 7, de Ricardo Bofill, situado en Sant Just Desvern, en Barcelona y construido en 1975 y también las Torres Blancas, del arquitecto Sáenz de Oiza, que se encuentra en Madrid, y data del 1969. Tampoco podemos olvidarnos del edificio principal de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, conocida por ser el escenario de la primera película de Alejandro Amenábar.
El impresionante hotel Claridge: de estilo brutalista, está situado en un pueblo de Cuenca y busca nuevos inquilinos

A pesar de que los ejemplos anteriores de edificios brutalistas son muy apreciados, otras edificaciones de este estilo arquitectónico no han tenido tanta suerte.
De hecho, hay una construcción que antaño era muy conocida, pero que ahora no solo se encuentra abandonada sino también en peligro de desaparición. No en vano, desde principios de este mes de febrero en lista roja de Hispania Nostra por el peligro de desaparición.
Me acabo de enterar de la existencia de esta maravilla brutalista, abandonada en la antigua N-III. Hotel Claridge, Alarcón (Cuenca). pic.twitter.com/cIXDgZKD8d
— Pati (@textualizada) April 15, 2021
Hablamos del Hotel Claridge, un establecimiento de carretera junto a la Nacional III que, justo antes de que construyeran la autopista que une Madrid con Valencia, y todos los conductores que se dirigían al levante tenían que pasar por ahí, era un lugar que siempre estaba lleno.
Fue construido en 1969 por la empresa Autores, que era precisamente la compañía de autobuses que tenía la concesión de los viajes entre Madrid y Valencia, y el hotel se encontraba un enclave estratégico, a la mitad de las dos ciudades, que hacía perfecto para que los viajeros hicieran una parada.
Sin embargo, cuando dicha carretera dejó de ser única, fue perdiendo clientela hasta que no les quedó más remedido que cerrar el edificio, que fue obra del arquitecto Roberto Puig Álvarez a finales de la década de los 90.
Actualmente se encuentra en estado de abandono, aunque no hace mucho tiempo fue utilizado para el rodaje de una película de Fernando León de Aranoa. En todo caso, en un reportaje emitido en el Telediario de TVE, se indica que posiblemente el edificio ya tenga un comprador, aunque de salir adelante esta compra no sería un hotel sino, muy posiblemente un espacio de congresos.
De ser eso así, este edificio podría conservarse por mucho más tiempo y dejar constancia de una parte muy importante de la historia de la arquitectura y que, gracias a la película «The Brutalist», nos hemos acordado de lo importante que es.
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